Trabajar en ser un buen líder

Cuando empezamos con nuestros proyectos, nos encontramos con que tenemos que manejar un equipo de gente que tiene distintas habilidades, necesidades y criterios. Muchas veces hacer conciliar las personalidades y deseos de cada miembro es un trabajo que nos sobrepasa. Hay quienes dicen que líder se nace, pero nosotros creemos que también se hace si desarrollás ciertas cualidades esenciales para ganar el respeto y admiración de la gente con la que trabajás. ¡Trabajá en estas actitudes y potenciate como líder!

No seas simplemente jefe
Ser líder no implica dar órdenes, cobrar mucha plata y tener un puesto jerárquico. Podés tener todo eso pero si no inspirás a los que te rodean a que den lo mejor de ellos, sos simplemente un jefe. Un buen líder le da espacio al resto de su equipo para que aporte ideas, para que crezca y le da crédito por las ideas y soluciones que piensan. Reconocer el buen trabajo es fundamental para generar una buena dinámica en donde se reproduzcan los buenos resultados.
Otra distinción importante: un jefe dice lo que hay que hacer y se encierra en su oficina. Un buen líder pone manos a la obra, se embarra junto a su equipo y saca adelante los proyectos en conjunto.

Directivas claras
A veces, para probar cuán bueno es un miembro de tu equipo para resolver situaciones o quizás porque estamos a mil o en el peor de los casos, porque no sabemos bien qué es lo que queremos pedirle, cometemos errores del estilo de ser imprecisos en algunas cosas que necesitamos que haga. Es importante que cada vez que des una directiva seas directo, claro, conciso y no dejes lugar a la duda. Si lo que querés es que te ofrezcan nuevas alternativas para resolver situaciones, también tenés que ser claro en que ese es tu objetivo. Evitar los malos entendidos es una de las funciones más importantes de un buen líder.

Confiá en tu equipo
Para liderar un equipo, tenés que saber que no podés controlar todo lo que pasa. Asumir que no vas a poder estar en todo es fundamental para que puedas convivir con las presiones de tu trabajo y, además, para que le des espacio al resto de desenvolverse y generar confianza en sí mismos. Delegá. Ser líder no es estar encima de todos tus empleados revisando tres veces lo que hicieron, sino que tu foco debe estar en enseñarles lo que crees conveniente, dejar que ellos hagan su propio camino y confiar en que cada uno va a asumir sus propias responsabilidades. Solo en este contexto vas a generar que cada uno de lo mejor de sí, porque saben que vos contás con que ellos hagan bien su trabajo.

Buscá ayuda si la necesitás
Un poco de la mano con el punto anterior, ser líder no implica saber de todo. Buscá gente que te pueda enseñar cuando no sepas, alguien que te pueda aconsejar cuando las cosas se pongan complicadas. También podés buscar experiencias de grandes líderes que superaron obstáculos y que salieron más fuertes de ese momento. La humildad de reconocer que tenemos mucho por aprender es lo que nos hace un buen ejemplo para nuestro equipo de trabajo, para mostrar que siempre es una buena decisión preguntar cuando hay algo que no se entiende o que no se sabe cómo resolver.

Generá una dinámica de retroalimentación
Que tu equipo aprenda de vos y vos de ellos. Esa es la ecuación para que tu liderazgo sea fuerte. Abrirte a las preguntas y ser un buen mentor es esencial para hacer que los miembros de tu equipo crezcan sin fisuras: solo podrán construir su propio camino si hay un buen líder que les delimite por dónde ir. Compartir  a tiempo lo que te parece que está bien y lo que creés que hay que cambiar es la base para que las cosas salgan mejor y para que ellos se sientan más seguros en el proceso.
Por otro lado, también es súper importante que busques el feedback de tu equipo. Hacer una evaluación sobre cómo te consideran como líder, qué cosas creen que podés mejorar y cuales tenés que cambiar, te da las herramientas para crecer en tu rol. También podés hacerte autoevaluaciones en donde te preguntes qué es lo que esperás de vos como líder y si estás cumpliendo con esas expectativas. Comparar tus propias percepciones con las de tu equipo  te ayuda a ver cuán conectado estás con la realidad de trabajo de tu empresa.

Esforzate en desarrollarte como una persona receptiva, transparente y compañera para hacer que tu equipo crezca a la par tuyo. Si lográs que todos, incluido vos, tiren de la misma cuerda y potencien el proyecto en conjunto, sin dudas te convertiste en un gran líder. Acordate que ser un buen líder es solo una cuestión de actitud.

 

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